8/12/10

Una sociedad sin corazón (6ta parte)

Conocí a Andrés en una de las ciudades más violentas del mundo. Tenía fama de malo. Había pasado varios años en la prisión pagando sus crímenes. Fue en la cárcel que se encontró con el Señor Jesucristo. Una noche helada de invierno, Andrés agonizaba. Temblaba de frío, casi congelado, esperando la muerte. Fue en esas condiciones que me oyó a través de la radio de un compañero de celda. Esa noche el Espíritu de Dios tocó su corazón. Había oído muchas veces hablar de Jesús, pero creía que la religión era cosa de personas débiles. Él siempre se había considerado valiente. Armado hasta los dientes había llevado dolor a mucha gente. Era malo y cruel. Había elegido el camino del crimen cuando era apenas una adolescente y culpaba a la sociedad por no haberle dado otro camino para escoger.

Aquella noche moriría a los pocos minutos, y la muerte lo asustó. En la casi penumbra de su agonía entendió que Dios lo amaba y quería darle un nuevo corazón. Suplicó. Clamó a Jesús por una segunda oportunidad y se adormeció.


A la mañana siguiente vio entrar el sol por la ventana. Se encontraba en la enfermería de la prisión. Los rayos del sol eran insistentes a pesar de la fuerte neblina.

Yo estaba vivo, me dijo, sin poder esconder la emoción; yo no había muerto. Dios me estaba dando una segunda oportunidad.

Ya pasaron 30 años desde aquella noche fría en la celda helada de una prisión. Andrés es hoy un testimonio vivo del poder transformador de Cristo. Está libre y realiza un trabajo extraordinario junto a una ONG que recupera a niños delincuentes.

El Cristo maravilloso que llegó a la vida de Andrés, en la hora de la agonía, puede entrar en tu corazón si le permites. Lee lo que Jesús te dice: "Venid a mi todos los que estáis trabajados y cargados, y yo os haré descansar"(San Mateo 11:28).

La vida sin Cristo es una vida agobiante. El cansancio del espíritu, que las personas llaman depresión, se ha convertido en la enfermedad que destruye muchas vidas sin matarlas. En los últimos tiempos le hemos dado un nombre más sofisticado, pero sigue siendo la falta de sentido de las cosas, el cansancio de estar vivo. Y ahora viene Jesús y te dice: "Ven a mí". El Señor Jesús te habla de descanso y de paz. ¿No es eso lo que tanto deseas?.

La respuesta es solo tuya.

Una sociedad sin corazón (5ta parte)

Al mencionar Jesús a esta clase  de personas como una señal de  los días finales no las estaba condenando a ser así, simplemente las estaba describiendo. Los jóvenes que cometieron aquella atrocidad escogieron voluntariamente el camino de la perversidad. Decidieron ser violentos y tratar a un ser humano peor que a un animal. No había motivos para hacerlo. No querían robar; tenía dinero. Uno de ellos acababa de pasar seis meses en Australia practicando surf con el pretexto de aprender inglés.

Un sociólogo trató de explicar la conducta de estos delincuentes juveniles como siendo productos de la cultura de la impunidad que la sociedad experimenta. La verdad es otra. Así lo dice el profeta Jeremías: "Engañoso es el corazón más que todas las cosas, y perverso ; ¿quién lo conocerá?"(Jeremías 17:9).

El problema del ser humano es su loco y desesperado corazón. Es violento por naturaleza. Es malo, engañador y traicionero. Es perverso, sanguinario y cruel. La educación puede barnizar su comportamiento. Puede enseñarle a disfrazar sus intenciones. Puede llevarlo a vestir camisa blanca y corbata, pero no puede transformar su corazón. Continuará siendo deshonesto y egoísta, pero sofisticado. Por detrás de sus discursos inflamados en favor de la paz promoverá la guerra. Cinco de los países que más lucran con la venta de armas forman parte del Consejo de Seguridad de la ONU.

Sólo Jesús es capaz de transformar el corazón. Él no trabaja por fuera. Su obra empieza dentro, donde están las raices. "Y les daré un corazón, y un espíritu nuevo pondré dentro de ellos; y quitaré el corazón de piedra de en medio de su carne, y les daré un corazón de carne"(Ezequiel 11:19).

A lo largo de mi vida he visto la transformación que Jesús puede hacer en la vida de las personas que lo aceptan como su Salvador. Para Jesús no existen casos imposibles. Para él no hay nadie que no pueda ser recuperado.

Un día llegó a Betania y encontró a su amigo Lázaro muerto. Hacía tres días que estaba en ese estado. Sus carnes ya estaban en estado de descomposición. Ya olía mal. Nadie podría imaginar que había remedio para un problema semejante. La ciencia nada podría hacer, el dinero tampoco, ni la tecnología, ni cualquier otra cosa. Pero Jesús llegó, y cuando él llega también lo hace la vida, porque él es la vida.

La historia es muy conocida. Jesús ordenó: "Lázaro, ven fuera" , y el cadáver resucitó. He visto a Jesús hacer los mismos milagros hoy. Lo veo todos los días en todos los países donde realizo cruzadas evangelízadoras. Cadáveres espirituales son vueltos a la vida, hogares destruidos son reconstruidos, sueños hechos pedazos son convertidos en realidad. Jesús es la vida, y donde él entra sólo puede haber vida  en plenitud.