31/12/10

Señal del fin (5ta Parte)

La profecía bíblica afirma que han sucedido dos cosas importantísimas en el universo. La primera sucedió en el cielo. Allí empezó el juicio. La segunda sucedió en la tierra, Dios, levantó un grupo de mensajeros para predicar el evangelio eterno, anunciando la hora del juicio y llamando a la humanidad de nuevo a la adoración del Creador.

Este grupo de mensajeros forma la iglesia remanente, la descendencia de la mujer de Apocalipsis(Apocalipsis 12:17). La profecía anuncia que hay una iglesia llamada por Dios para dar el último mensaje a los seres humanos. La misión de esta iglesia es urgente; por eso el ángel vuela. El mensaje de esta iglesia es importante; por eso el ángel habla en voz alta.

Con el fin de que esta misión se cumpla, Dios ha venido abrigando las puertas en los últimos años y el evangelio ha sido predicado a millones en el mundo. En estos momentos hay emisoras de onda corta, en lugares estratégicos del mundo,  cubriendo con el mensaje del evangelio prácticamente la redondez de la Tierra, en muchos idiomas y dialectos, 24 horas al día.

A través de esos vehículos de comunicación y tantos otros, el evangelio va alcanzando a las personas en los lugares más apartados y distantes. El otro día recibí la carta de un hombre que decía lo siguiente: "Pastor, tal vez en esta vida nunca tendré la oportunidad de conocerlo personalmente. Sólo quería agradecerle porque un día, a través de la radio, oí las buenas nuevas del evangelio al escuchar un mensaje que usted presentaba. En esos momentos mi hogar estaba destruido y yo acababa de cometer dos intentos de suicidio. Había llegado a un punto en que la vida no tenía más sentido. Sufría de una extraña angustia interior que me llevaba a la desesperación. No domía, pasaba las horas de la noche en vela. Había consultado a muchos médicos y especialistas en problemas emocionales, pero nadie me mostraba una solución."

"Una madrugada prendí la radio y lo escuché predicar. Yo nunca había creído en el evangelio, ni en Jesús ni en la Biblia. Yo era un agnóstico. Un hombre racional. Consideraba la religión cosa de personas frágiles, que usaban el cristianismo para esconder sus fragilidades. Yo no necesitaba de muletas para vivir. Pero, de repente, no sé qué ocurrió en mi vida. Empecé a perder el gusto por las cosas. Todo comenzó a perder sentido y fui hundiéndome poco a poco en un mar de angustia y desesperación. Hasta aquella madrugada en que lo escuché por radio. En la penumbra y el silencio de la noche el Espíritu de Dios me habló al corazón, me mostró mi realidad y me hizo ver la necesidad de Jesús. Lo acepté, y hoy me gozo en compartir las nuevas que llegaron a mi vida con las personas que todavía no conocen a Jesús. Soy un hombre feliz".


La predicación del evangelio va cumpliendo su función: rescatar de la muerte a gente que perdió el rumbo de las cosas y de la vida. La señal del regreso de Cristo se está cumpliendo y el mundo está siendo preparado para la cosecha final.

Muy pronto, en el cronograma divino, llegará el día y la hora en que el Padre dirá al Hijo: "Vé, y trae a mis redimidos, aquellos que creyeron en mí estuvieron dispuestos a obedecerme aun corriendo  el riesgo de perder la vida. Ve y trae la más precioso que tengo, trae a mis hijos. No puedo verlos más sufriendo por causa del pecado, no puedo más vivir sin ellos. La mesa está lista, el banquete está preparado. Sólo faltan ellos; por favor, ve y traélos".


Cuando ese día llegue, ¿estarás listo para ir con Jesús?.

La respuesta es sólo tuya.

Entrégale tu vida a Jesús, has esta sencilla pero importante oración con todo tu corazón: "Señor Jesús, reconozco que soy un pecador(a) , te pido por favor que me perdones y hoy te acepto como mi único salvador, te ruego que entres a morar en mi corazón y gobiernes mi vida, Amén ".

Si has hecho esta oración, felicitaciones ya eres un(a) hijo(a) de Dios, ahora perteneces a la familia cristiana, por favor asiste a una iglesia donde se predique la palabra de Dios y lee la Biblia va a ser de gran ayuda para tu vida, y si tienes alguna duda escribe un comentario estaré gustoso de poder ayudarte.Bendiciones.

30/12/10

Señal del fin (4ta Parte)

El mensaje empieza así: "Temed a Dios dadle gloria". ¿Por qué? La razón es que el mensaje  debe ser predicado en un tiempo cuando el ser humano prefiere adorar a la criatura y no al Creador. Este es el motivo por el que el ángel destaca las obras prodigiosas de Dios. Es necesario enfatizar la soberanía de Dios como Creador. Dios es infinitamente más grande que las cosas que él creó. Él "hizo el cielo y la tierra, el mar y las fuentes de las aguas"(Apocalipsis 14:7). Por tanto, la criatura no puede dirigir su atención a las cosas creadas. Debe dirigirla al Creador.


Los mensajeros simbolizados por el ángel demandan la adoración del ser humano al Dios creador. Y justifican esta demanda diciendo: "Porque la hora de su juicio ha llegado". El mundo debe abandonar con urgencia sus caminos de idolatría, y adorar al único y verdadero Dios porque llegó la hora de su juicio.

¿De qué juicio se habla aquí? Cuando los cristianos piensan en el juicio divino, generalmente se proyectan hacia el futuro. Lo relacionan con la venida de Cristo y la destrucción final de este mundo. Pero el ángel dice que la hora de su juicio "ha llegado". Por tanto, no puede ser un asunto del futuro sino del pasado y del presente.

El profeta Daniel describe ese evento de la siguiente manera: "Estuve  mirando hasta que fueron puestos tronos, y  se sentó un Anciano de días, cuyo vestido era blanco como la nieve, y el pelo de su cabeza como lana limpia... Un río de fuego procedía y salía de delante de él; millares de millares le servían, y millones de millones asistían delante de él; el juez se sentó, y los libros fueron abiertos" (Daniel 7:9,10).

Hablar  del juicio causa temor. Pensar en el juicio resulta incómodo. Las personas relacionan el juicio con destrucción. Y si es destrucción, ¿cómo puede ser parte del evangelio eterno? El evangelio es "buena nueva". No son noticias desagradables; necesitan llevar confianza, y no miedo, al corazón de las personas. ¿No lo crees?.

Para entender esto, haz de cuenta que una persona se apoderó de tu casa. Ambos se dirigen a la Corte y esperan el veredicto del juez. Al llegar el momento del juicio, ¿quién debe temer? ¿Tú, que vas a tomar de vuelta lo que te pertenece, o el hombre que se apoderó injustamente de lo que no era suyo? Por tanto, el juicio es buena nueva para los justos. Para los impíos es una noticia que genera miedo y desesperación.

De acuerdo con la Biblia, el juicio es parte del evangelio de salvación por un simple motivo: el Señor Jesús, hablando del Espíritu Santo, dijo: "Y cuando él venga, convencerá al mundo de pecado, de justicia y de juicio"(Apocalipsis 12:17). Ahí están los componentes del mensaje completo del evangelio. Primero, yo soy un pecador, y nada de lo que haga por mis propias fuerzas puede librarme de la condenación a la que mis pecados me sometieron. Segundo, la justicia sólo viene de Jesús, por cuanto él murió por mí en la cruz y me ofrece gratuitamente su gracia. Tercero, si yo no aprovecho hoy la gracia maravillosa de Jesús, voy a tener que dar cuentas de mi decisión en el proceso judicial que enfrentaré delante del Tribunal divino.