22/12/10

Crisis económica (4ta parte)

La mayoría de los conflictos sociales que perturban al mundo moderno tienen raíz en los sentimientos de frustración, injusticia y desesperación que alberga el pueblo. Si a todo eso se le añade la desigualdad y la discriminación, entonces tenemos, como resultado, la lucha de clases profetizada en la Biblia como una de las señales del retorno de Cristo.

Para completar el cuadro, hoy el pueblo está cada vez más consciente de la desigualdad y la injusticia. Casi todas las personas tienen acceso  a la información a través de la radio, la televisión y otros vehículos de comunicación. Estos medios estimulan el consumismo entre los que tienen recursos para comprar. Muestran, en forma ostentosa, estilos de vida y productos que están lejos del alcance de la inmensa mayoría. Como consecuencia de esta globalización de la información y de las comunicaciones, las disparidades se perciben escandalosamente. Las clases sociales más necesitadas se llenan de indignación y de odio.

Esa conciencia de las desigualdades hace que las personas se convenzan de que el mundo en que viven es injusto. El concepto conformista de "estar destinados a ser pobres porque el mundo es como es" no satisface al hombre de nuestros días. Los promotores de la violencia aprovechan la situación para conseguir seguidores. En los últimos años ha proliferado el número de protestas públicas, vandalismo, terrorismo y delincuencia porque el pueblo quiere cambiar el presente estado de cosas pero no conoce el evangelio. Ignora que la lucha armada no es el remedio para el problema.


La lucha social continúa. Es el resultado de las injusticias, de la avaricia y del egoísmo colectivo. Pero no se queda ahí. Cuando el apóstol Santiago decía que el jornal de los trabajadores clamaría por lo que no les había sido pagado, también se refería a las huelgas y los movimientos sindicales.

Alemanía hace poco pasó por un caos, ya que el sindicato alemán Verdí anunció que continuaría por plazo indefinido la huelga en los servicios de aeropuertos y ferrocarriles, al tiempo que en calles y circuitos de la capital alemana se registraron numerosas congestiones de tránsito.

En Estados Unidos , la General Motors anunció el cierre de varias de sus plantas y recortó la producción en otras, debido a la huelga de los trabajadores de uno de sus principales proveedores.

Lo mismo sucedió en el Brasil. La policía civil de Rió de Janeiro estuvo parada reivindicando mejores condiciones de trabajo. En la Argentina el sindicato de conductores reclamó aumento de sueldos. En el Perú la gente estuvo saliendo  a las calles a protestar, y en la República de Bolivia ser armaron piquetes para paralizar el tránsito en cinco estados.

Yo te desafío. Dale una mirada al noticioso mundial y verás innúmeras huelgas. Sucede todos los días en todos los países. La lucha entre capital y el trabajo estaba anunciada en la Biblia desde hace mucho tiempo. Es una de las señales del retorno de Jesucristo.

20/12/10

Crisis económica (3era parte)

Entre los días 13 y 17 de noviembre de 1996 se realizó en Roma, la Cumbre Mundial sobre la Alimentación. Ciento ochenta y cinco países enviaron a sus mandatarios. Ellos se propusieron acabar con el hambre hasta el año 2015. A pocos años de la fecha límite, el hambre no se ha reducido. Ha aumentado.


La mayoría de las muertes por hambre se debe a la desnutrición crónica. Las familias, sencillamente, no consiguen alimento necesario para la subsistencia. Las personas relegadas a esta situación viven una vida sin ninguna calidad. La FAO estima que, por lo menos, 820 millones de seres humanos sufren de hambre y desnutrición en el mundo.

La Biblia afirma que, en los últimos tiempos, el clamor de esa gente sufridora provocará conflictos sociales terribles entre el capital y el trabajo. El apóstol Santiago dice: "¡Vamos ahora, ricos! Llorad y aullad por las miserias que os vendrán. Vuestras riquezas están podridas, y vuestras ropas están comidas de polilla. Vuestro oro y plata están enmohecidos; y su moho testificará contra vosotros... habéis acumulado tesoros para los días postreros. He aquí, clama el jornal de los obreros que han cosechado vuestras tierras, el cual por engaño no les ha sido pagado por vosotros"(Santiago 5:1-4).

Un hombre explotado y sin Dios es una arma cargada. El tiempo apretará el gatillo. El hambre es el nido de la guerra en cualquier lugar del mundo. La pobreza, las privaciones y las injusticias que los poderosos cometen contra los menos favorecidos son las causas básicas de la amargura y la revuelta de la gente. La pobreza constante y la opresión prolongada llevan al ser humano a la asfixia social y a la desesperación. El resultado es que esa gente desatendida se convierte en focos de terrorismo, movimientos agresivos de movilización social y bolsones de delincuencia.

Está comprobado que la privación de los recursos mínimos de supervivencia tiene lugar, mayormente, en las áreas rurales y en la periferia de las grandes ciudades. De cada diez personas pobres, algunas con ingresos inferiores a un dólar diario, siete viven en esos lugares y son fácilmente susceptibles de ser convencidas para unirse a las guerrillas revolucionarias que prometen justicia social pero que, lamentablemente, destruyen la economía ya empobrecida de países subdesarrollados. Otros caen en la delincuencia, el tráfico de drogas y el crimen organizado.

Un estudio serio de los conflictos sociales más agudos y de la delincuencia de nuestros días revela que, en los países más pobres y carentes de todo, las convulsiones revolucionarias o delictivas son el resultado de la falta de un programa económico que permita atender las crecientes demandas de la población. Las personas que durante décadas permanecieron sin oportunidades de mejorar su vida  no aguantan más, y acaban desafiando con agresividad a la autoridad establecida.