16/1/11

Esperanza en el horizonte (2da parte)

El mensaje de Noé era impopular. Nada fácil de ser aceptado. También hoy el mensaje de la Biblia es extraño para la mente posmoderna. Ridículo tal vez. Algunos lo consideran sin sentido. "... La palabra de la cruz es locura a los que se pierden; pero a los que se salvan, esto es, a nosotros, es poder de Dios" (1 Corintios 1:18).

Noé predicó durante 120 años. Al principio muchos creyeron en su mensaje. Tal vez algunos colaboraron con la construcción del arca. Quizás otros dieron dinero y materiales para ayudar en el cumplimiento de la misión que Noé había recibido. Pero el diluvio no llegaba. Los pronósticos del tiempo no anunciaban lluvia. La ciencia afirmaba que, desde su punto de vista, era "imposible" que cayera agua del cielo.

Los 120 años pasaron. Nadie creía en el diluvio. Los únicos que estaban preparados y entraron en el arca fueron Noé, su esposa, sus tres hijos y sus nueras. Nadie más. ¿Dónde estaban todos los que creyeron al principio? Se habían desanimado. El tiempo se había encargado de apagar la llama de la esperanza en sus corazones.

Cierto día, cuando a nadie le parecía que algo extraordinario podría suceder, un día común como cualquier otro, un día en el que todo mundo se levantó con la idea de que sería una jornada más, sucedió algo extraordinario. Al principio daba la impresión de que la vida seguía su curso normal. La gente comía y bebía, se casaba y se daba en casamiento. Era un día tranquilo, de cielo azul y sol resplandeciente. Era apenas un día más.
Repentinamente se observó en el cielo algo extraño. Una nube. Una pequeña nube que aumentaba de tamaño. Oscura, como la tristeza. Crecía y asustaba, y se apoderó de la extensión del cielo. Por primera vez se escuchó un estruendo llamado trueno. Saetas de luz herían el cielo oscuro. Todo el mundo se acordó de Noé y de la "locura" del arca. Todo el mundo corría. Todos pedían auxilio, pero la puerta del arca había sido cerrada por los ángeles y nadie la podía abrir. La Biblia afirma: "... No entendieron hasta que vino el diluvio y se los llevó a todos, así será también la venida del Hijo del Hombre" (San Mateo 24:39).

¿Notas que el énfasis del texto está colocado en la falta de preparación del ser humano para ese acontecimiento? Antes del diluvio las personas no estaban preparadas; y cuando Cristo vuelva tampoco lo estarán.

El apóstol Pedro declara que en los días finales de la historia se repetirá la burla de los incrédulos: "En los postreros días vendrán burladores, andando según sus propias concupiscencias y diciendo: ¿Dónde está la promesa de su advenimiento? Porque desde el día en que los padres durmieron, todas las cosas permanecen así como desde el principio de la creación" (2 Pedro 3:3,4 ). ¿Ves? Gente que se burlará. Personas para quienes nada raro sucederá. Piensan que las cosas seguirán como están. Mirarán a los que creen en la segunda venida de Cristo como si fuesen seres de otro mundo.

14/1/11

Esperanza en el horizonte (1era parte)

"El día y la hora nadie sabe, ni aún los ángeles de los cielos, sino sólo mi Padre. Mas como en los días de Noé, así será la venida del Hijo del Hombre. Porque como en los días antes del diluvio estaban comiendo y bebiendo, casándose y dando en casamiento, hasta el día en que Noé entró en el arca, y no entendieron hasta que vino el diluvio y se los llevó a todos, así será también la venida del Hijo del Hombre" (San Mateo 24:36-39).

Éramos nueve hermanos. Papá trabajaba en las minas y venía a casa cada dos semanas. Antes de viajar nos dejaba una lista con los deberes que debíamos cumplir para su llegada. Eran deberes diarios, pero nosotros dejábamos todo para última hora. Cuando llegaba el día final nos distribuíamos las tareas y en pocas horas teníamos todo listo. Papá se emocionaba al llegar. Pensaba que tenía hijos maravillosos y obedientes. Estaba engañado.

Cierto día hubo un accidente en las minas. Los trabajos fueron suspendidos, enviaron a todos los trabajadores a casa y él llegó antes de lo previsto. Para sorpresa suya, se topó con la triste realidad. Los hijos queridos no eran tan maravillosos como él pensaba.

Esta es apenas una historia; y mi padre apenas un ser humano. No tenía la capacidad de conocer el corazón de los hijos. Dios es Dios, con él las cosas son diferentes.

Mucha gente se pregunta por qué Jesús no anunció el día exacto de su regreso. Creo que la razón es la naturaleza del corazón humano. Si supiéramos el día exacto, viviríamos sin tener en cuenta sus consejos. Faltando pocos días arreglaríamos la vida y trataríamos de prepararnos para ir con él. Esto no le haría ningún bien al hombre. Por eso Jesús incluyó el elemento sorpresa. Él mismo dijo: "Pero el día y la hora nadie sabe, ni aún los ángeles de los cielos, sino sólo mi Padre"(San Mateo 24:36).
Hablando de cómo sería su venida, Jesús dijo que sucedería como en los días de Noé: "Como en días de Noé, así será la venida del Hijo del Hombre. Porque como en días antes del diluvio estaban comiendo y bebiendo, casándose y dandose en casamiento, hasta el día en que Noé entró en el arca, y no entendieron hasta que vino el diluvio y se los llevó a todos, así será también la venida del Hijo del Hombre" (San Mateo 24:37-39).

No hay nada de malo en casarse o darse en casamiento. El hecho de que las personas se casen no puede ser tomado como una señal del regreso de Cristo. El tema central es el sorpresivo retorno de Jesús. Todo el mundo estará viviendo su rutina diaria. Poca gente hará caso a las señales de los tiempos. Fue así en los días de Noé. Las personas estaban tan ocupadas en sus trabajos diarios que no tenían tiempo para Dios. Cuando Noé empezó a decir que el mundo terminaría con un diluvio, nadie creyó en él. Pensaban que estaba loco. Se burlaban de él.

El mensaje de Noé anunciaba la venida del diluvio. Era un mensaje nada agradable y hasta ridículo. ¿Quién podría creer en eso? Hasta ese momento jamás había caído una gota de agua del cielo. La tierra producía frutos porque "subía de la tierra un vapor, el cual regaba toda la faz de la tierra" (Génesis 2:6).