14/1/11

Esperanza en el horizonte (1era parte)

"El día y la hora nadie sabe, ni aún los ángeles de los cielos, sino sólo mi Padre. Mas como en los días de Noé, así será la venida del Hijo del Hombre. Porque como en los días antes del diluvio estaban comiendo y bebiendo, casándose y dando en casamiento, hasta el día en que Noé entró en el arca, y no entendieron hasta que vino el diluvio y se los llevó a todos, así será también la venida del Hijo del Hombre" (San Mateo 24:36-39).

Éramos nueve hermanos. Papá trabajaba en las minas y venía a casa cada dos semanas. Antes de viajar nos dejaba una lista con los deberes que debíamos cumplir para su llegada. Eran deberes diarios, pero nosotros dejábamos todo para última hora. Cuando llegaba el día final nos distribuíamos las tareas y en pocas horas teníamos todo listo. Papá se emocionaba al llegar. Pensaba que tenía hijos maravillosos y obedientes. Estaba engañado.

Cierto día hubo un accidente en las minas. Los trabajos fueron suspendidos, enviaron a todos los trabajadores a casa y él llegó antes de lo previsto. Para sorpresa suya, se topó con la triste realidad. Los hijos queridos no eran tan maravillosos como él pensaba.

Esta es apenas una historia; y mi padre apenas un ser humano. No tenía la capacidad de conocer el corazón de los hijos. Dios es Dios, con él las cosas son diferentes.

Mucha gente se pregunta por qué Jesús no anunció el día exacto de su regreso. Creo que la razón es la naturaleza del corazón humano. Si supiéramos el día exacto, viviríamos sin tener en cuenta sus consejos. Faltando pocos días arreglaríamos la vida y trataríamos de prepararnos para ir con él. Esto no le haría ningún bien al hombre. Por eso Jesús incluyó el elemento sorpresa. Él mismo dijo: "Pero el día y la hora nadie sabe, ni aún los ángeles de los cielos, sino sólo mi Padre"(San Mateo 24:36).
Hablando de cómo sería su venida, Jesús dijo que sucedería como en los días de Noé: "Como en días de Noé, así será la venida del Hijo del Hombre. Porque como en días antes del diluvio estaban comiendo y bebiendo, casándose y dandose en casamiento, hasta el día en que Noé entró en el arca, y no entendieron hasta que vino el diluvio y se los llevó a todos, así será también la venida del Hijo del Hombre" (San Mateo 24:37-39).

No hay nada de malo en casarse o darse en casamiento. El hecho de que las personas se casen no puede ser tomado como una señal del regreso de Cristo. El tema central es el sorpresivo retorno de Jesús. Todo el mundo estará viviendo su rutina diaria. Poca gente hará caso a las señales de los tiempos. Fue así en los días de Noé. Las personas estaban tan ocupadas en sus trabajos diarios que no tenían tiempo para Dios. Cuando Noé empezó a decir que el mundo terminaría con un diluvio, nadie creyó en él. Pensaban que estaba loco. Se burlaban de él.

El mensaje de Noé anunciaba la venida del diluvio. Era un mensaje nada agradable y hasta ridículo. ¿Quién podría creer en eso? Hasta ese momento jamás había caído una gota de agua del cielo. La tierra producía frutos porque "subía de la tierra un vapor, el cual regaba toda la faz de la tierra" (Génesis 2:6).

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