16/12/10

Una generación erotizada (5ta parte)

¿De que retribución habla el apóstol? De todas las plagas y las enfermedades que flagelan al mundo moderno. Un estudio realizado por el Center for Disaese Control and Prevention(CDC), de Estados Unidos, muestra que 19 millones de estadounidenses son contagiados cada año por enfermedades venéreas y más de de 65 millones viven permanentemente con enfermedades sexualmente transmisibles. El SIDA viene diezmando a la humanidad. En la actualidad, 43 millones de personas viven con SIDA en el mundo. Sólo el año pasado 4,8 millones de personas fueron contagiadas. Peor, cada días 2 mil bebés son contagiados en el vientre de sus madres.

Todo esto fue anunciado por la Biblia como evidencia de que estamos viviendo en el fin de los tiempos. Jesús declaró: "De la higuera aprended la parábola: Cuando ya su rama está tierna, y brotan las hojas, sabéis que el verano está cerca. Así también vosotros, cuando veáis todas estas cosas, conoced que está cerca, a las puertas"(San Mateo 24:32, 33).

Era el atardecer de un día triste. Triste para ella. Su vida había llegado al fin. Sus sueños habían muerto. Los hombres la condenaban. Había sido encontrada en flagrante pecado y no tenía salvación. Su vida estaba llena de desatinos. Amó de manera errada. Buscó ser amada, y sólo fue usada. Busco ser feliz a su manera, y todo lo que había conseguido fue abrirse heridas profundas que nadie podía curar.

¿Qué hace  una persona cuando ve que erró y merece ser castigada por eso?. Repite lo que estaba haciendo, para que el dolor que cree merecer aumente. Ella había escogido ese camino. Un camino infeliz que la llevó al fondo del pozo. Un camino doloroso que acabó con sus ganas de vivir. Sus valores se habían diluido, sus virtudes se habían desintegrado. Se sentía una basura. Sabía que debía cambiar el rumbo de su vida, pero no tenía fuerzas y se desesperaba a solas.

Fue entonces cuando los hombres la descubrieron y la arrastraron hasta Jesús. Había sido encontrada en pecado y merecía ser apedreada. La ley de los hombres es implacable. No perdona.

Allí estaba ella. Su pasado, feo. Su presente, horrible. Futuro, no tenía. Allí estaba ella, destruida, desecha, acabada. Allí estaba ella, con el peso de la culpa asfixiándola, hiriéndola, atormentándola. Ella, la pecadora, la perdida, la mala.

Entonces apareció la persona maravillosa de Jesús. Gracias a Dios, él siempre aparece. Cuando más lo necesitas. Cuando no saber qué hacer ni hacia dónde ir. Gracias a Dios, él siempre te busca, te llama, te espera.

El Maestro de Galilea, en silencio, empezó a escribir en la arena. Los acusadores de la pobre mujer desaparecieron uno a uno. Se oyó de nuevo la voz de Cristo: El que se encuentre sin pecado que tire la primera piedra.

Nadie se atrevió a hacerlo. Las calles estaban desiertas. ¿Dónde están los que te condenan?-preguntó Jesús-. Todos se han ido, respondió la mujer. No tenía siquiera el valor de levantar los ojos.

Yo  tampoco te condeno, le dijo el Señor; anda y no peques más.

Ya pasaron más de 20 siglos de todo aquello. La voz dulce del Maestro sigue haciendo eco en las paredes del tiempo y llega hasta ti. Su promesa es: "Yo puedo hacerte de nuevo si me entregas tu corazón".

¡Qué invitación más tierna! ¿No lo crees? ¿Qué harás con ella?

La respuesta es solo tuya.

15/12/10

Una generación erotizada (4ta parte)

-Yo no soy espiritual- me dijo un día un hombre al que visitaba en la prisión.

Estaba allí como resultado de una vida sin restricciones. No lo sabía, pero sí era espiritual. De otro modo no hubiera insistido tanto para que yo fuera a visitarlo.

El problema del hombre de nuestros días es que no reconoce ser espiritual. Sin embargo, el hecho de que no lo acepte no cambia la realidad. La espiritualidad de su ser no depende de él. Está por encima de su control. Un día salió de las manos del Creador, y sólo será completo viviendo en armonía con él y respetando la unidad de su ser.


Veamos un ejemplo. Toma un pajarito y colócalo en una jaula de oro adornada de diamantes. Llénale la jaula de alimento, agua y si deseas, colócale un sistema de aire acondicionado que se adapte a sus necesidades. ¿Crees que va a ser feliz algún dia? Jamás. Su naturaleza es de pajarito. Nació para volar. Es verdad que necesita agua y comida, pero lo que lo vuelve feliz es su libertad.

¿Sabes lo que sucedió con el ser humano? Piensa que es libre porque puede hacer lo que quiere, pero vive prisionero del placer. El Dr. Mario Veloso, poeta, escritor y un amigo personal, afirma que para vivir no es suficiente la libertad formal. Un país o un gobierno garantiza la libertad del cuerpo, no la del alma.

La angustia del hombre que vive en los países de régimen totalitario, donde no hay libertad, se repite en el corazón de personas que viven en lugares donde hay plena libertad. ¿Por qué? Porque el hombre es psicológicamente prisionero de sus complejos, tendencias, egoísmo, ambiciones, envidias, vicios y todo lo que constituye el lado negro de la psicología humana.

Un ser cautivo no puede ser feliz. Usa la vida para el placer. Manifiesta sus sentimientos usando la violencia. Disfruta de la inmoralidad. Falsifica la vida. Crea filosofías alienantes. En fin, cada ser humano que hace caso omiso de su dimensión espiritual construye las rejas de su propio cautiverio. Por increible que parezca, las que más aprisionan al ser humano moderno son, de acuerdo con Veloso, la obscenidad, la pornografía, la violencia y la homosexualidad.

El autor David Levy publicó su libro "Love and Sex with Robots"[Amor y sexo con robots]. Después de investigar sobre las posibles relaciones de humanos con robots, el autor llega a la conclusión de que para las personas que no logran establecer relaciones satisfactorias con otros seres humanos, existe la posibilidad de establecer ese tipo de relaciones con las máquinas. No es broma.

La intención de Levy puede ser buena; pero, para que el sexo sea una fuente de satisfacción plena y haga del ser humano una persona feliz, necesita ser un acto físico, mental y espiritual. Si el sexo es sólo un acto físico, es frustrante, y deja el sabor amargo del vacío y de la insatisfacción.

Entonces, ¿qué hace el hombre para atender el clamor de su corazón necesitado? Se zambulle de cabeza en todo tipo de perversiones y depravaciones. Cae en el terreno de la pedofilia, la zoofilia, el sadismo, el masoquismo, la homosexualidad y toda forma de desviación de conducta.

Entonces sucede lo que la Biblia dice: "Dios los entregó a pasiones vergonzosas; pues aun sus mujeres cambiaron el uso natural por el que es contra naturaleza, y de igual modo también los hombres, dejando el uso natural de la mujer, se encendieron en su lascivia unos con otros, cometiendo hechos vergonzosos hombres con hombres, y recibiendo en sí mismos la retribución debida a su extravío"(Romanos 1:26,27).