19/1/09

NÚMEROS

El libro de Números toma su nombre por el censo tomado de los israelitas durante su peregrinación en el desierto (capítulo 1-26).

Solo pocas semanas pasaron desde que el Tabernáculo fue erigido en el último capítulo de Éxodo, hasta el censo en el primer capítulo de Números. (Éxodo 40:17; Números 1:1-2). Durante ese tiempo fueron dadas las instrucciones en el libro de Levítico.

Números abarca el periodo de la historia de Israel desde el segundo año del Éxodo de Egipto hasta el año cuarenta. (Compare Números 1:1; Deuteronomio 1:3). Durante ese tiempo la población de Israel fue registrada (enumerada) dos veces. (Hubo un censo anterior de hombres de 20 años y mayores, Éxodo 30:11-16; 38:25-26).

Mientras estaban en el desierto de Sinaí, les fueron dadas instrucciones para el cuidado del Tabernáculo, para la Pascua, y para acampar y marchar (Números 1:1; 10:10).

Del desierto del Sinaí, viajaron a la llanura de Moab en la frontera este de la tierra que Dios había prometido darles (10:11; 21:35).

Con la excepción de Josué, Caleb y Moisés, el pueblo aceptó el reporte desalentador de los 10 espías y no quisieron creer que podían conquistar la Tierra Prometida. Debido a sus pecados de incredulidad y de rebelión, peregrinaron en el desierto por 38 años.

Este fue un periodo de transición, durante el cual murió la vieja generación (excepto Josué y Caleb), y la nueva generación creció.

El segundo censo en el libro de los Números fue de la nueva generación (26:1-65), Se llevó a cabo en la llanura de Moab, en el año cuarenta después de haber salido de Egipto. Antes de viajar a Moab, la nueva generación fue reunida en Cades para un compromiso nuevo de entrar a la Tierra Prometida. Después de llegar a Moab, les fueron dadas instrucciones para la conquista y ocupación de Canaán (26:52; 36:13).

LEVÍTICO 26-27


PUNTOS SOBRESALIENTES: Idolatría; bendiciones por la obediencia; castigos por la desobediencia; leyes concernientes a dedicaciones.

VERSÍCULO DE HOY: “No haréis para vosotros ídolos; ni escultura, ni os levantaréis estatua, ni pondréis en vuestra tierra piedra pintada para inclinaros a ella; porque yo soy Jehová vuestro Dios” (Levítico 26:1).

Todas las naciones alrededor de la Israel antigua eran naciones idólatras. Cuando los israelitas entraron en la Tierra Prometida, les fue ordenado destruir todo ídolo (Éxodo 23:24; 34:13; Números 33:52; Deuteronomio 7:5). El propósito de su existencia era el de manifestar el amor y poder fortalecedor del Dios vivo.

Quizás la forma más sutil de idolatría en esta opulenta sociedad es la acumulación (o deseo de acumular) cosas materiales. Por ejemplo, acaparamiento de cosas materiales es adoración a un ídolo.

“Porque la raíz de todos los males es el amor al dinero, el cual codiciando algunos, se extraviaron de la fe, y fueron traspasados de muchos dolores. Más tú, oh hombre de Dios, huye de estas cosas…” (1 Timoteo 6:10-11). Pablo tenía como un privilegio el sufrir la pérdida de todas las cosas. “A fin de conocerle, y el poder de su resurrección, y la participación de sus padecimientos, llegando a ser semejantes a él en su muerte” (Filipenses 3:10). Bernabé, “Como tenía una heredad, la vendió y trajo el precio y lo puso a los pies de los apóstoles” (Hechos 4:37). Un principio espiritual se revela en estos hombres tan grandemente usados por Dios. Ellos siguieron el ejemplo del Maestro, el cual no estaba obsesionado en poseer riquezas terrenales.

“¿No ha elegido Dios a los pobres de este mundo, para que sean ricos en fe?” (Santiago 2:5).

PENSAMIENTO PARA HOY: No tenemos necesidad de acogernos a cosas materiales. Dios aún sostiene a Su pueblo.

CRISTO REVELADO: Como aquel que morará entre nosotros (Levítico 26:11). Nuestra esperanza de gloria es Cristo en nosotros (Colosenses 1:27).