22/12/08

LEVÍTICO 9-10

PUNTOS SOBRESALIENTES: Primeras ofrendas de Aarón; pecado y muerte de Nadab y Abiú; restricciones para el sacerdocio.

VERSÍCULO DE HOY: “… y la gloria de Jehová se apareció a todo el pueblo. Y salió fuego de delante de Jehová, y consumió el holocausto con las grosuras sobre el altar; y viéndolo todo el pueblo, alabaron; y se postraron sobre sus rostros” (Levítico 9:23-24).

Los israelitas estaban obligados por la Ley a ofrecer ofrendas por pecados y ofensas. También ofrecían un holocausto de sacrificio público cada mañana y tarde. Pero un holocausto también podía ser traído por uno que sentía la necesidad de venir en humildad ante el Señor, en profunda gratitud por Su misericordia, confesando cualquier ofensa y caídas que no hayan sido específicamente mencionadas en la Ley. Pero más que todo significaba su dedicación y consagración a Dios.

El sacrificio de holocausto podía ser un becerro, carnero u oveja. Los más pobres podían traer un par de tórtolas o dos pichones de paloma (Lucas 2:24), asegurándoles que sus ofrendas serían tan aceptables a Dios, como los regalos costosos de sus vecinos más prósperos.

Pero cualquier cosa que haya sido escogida para la ofrenda, tenía que ser lo mejor de su clase “… macho sin defecto” (Levítico 22:19). Hubiese sido sumamente ofensivo a Dios de ofrecer cualquier cosa que estuviese lisiada, ciega, enferma o imperfecta en cualquier otra forma. Esta ofrenda era un tipo de nuestro perfecto Salvador, el Cordero de Dios que fue, “… sin mancha y sin contaminación” (1 Pedro 1:19). Pero esta ofrenda también tenía el propósito de enseñarnos que nosotros, de igual manera, debemos ofrecer lo mejor de nosotros a Dios, lo mejor de nuestro tiempo, talentos y posesiones.

Muchas personas piensan que pueden cumplir con sus propias necesidades primero, y después considerar lo que pueden darle a Dios, si algo les queda. Esto podrá estar de acuerdo con la economía mundial, pero espiritualmente está muy equivocado. Nadie es tan pobre como para no dar.

No podemos esquivar nuestras responsabilidades de servir y de dar, argumentando que alguien lo hará o puede hacerlo mejor.

“Cada uno dé como propuso en su corazón; no con tristeza, ni por necesidad, porque Dios ama al dador alegre” (2 Corintios 9:7).

PENSAMIENTO PARA HOY: Cada uno de nosotros es único en el plan de Dios; nadie puede tomar nuestro lugar.

CRISTO REVELADO: A través del sacrificio del cordero sin defecto (Levítico 9:3). Pedro compara a Jesús con un cordero inmaculado (1 Pedro 1:19).

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