13/8/09

JOSUÉ 22-24

PUNTOS SOBRESALIENTES: Dos tribus y media fueron enviadas a sus posesiones; controversia por el altar del testimonio; recordatorio final de Josué sobre la bondad de Dios para con los israelitas; el altar de atestiguación; muerte de Josué.

VERSÍCULO DE HOY: “Así los hijos de Rubén y los hijos de Gad y la media tribu de Manasés, se volvieron, separandose de los hijos de Israel, desde Silo, que está en la tierra de Canaán, para ir a la tierra de Galaad…” (Josué 22:9).

El pueblo de las tribus de Rubén, Gad y la mitad de la tribu de Manasés pidieron vivir en el lado este del Jordán, donde podían aprovechar la tierra de Gildead apta para el ganado. Moisés había accedido a su decisión si primero ayudaban a las otras tribus a conquistar la Tierrra Prometida.

Estas dos tribus y media unidas con las otras tribus consiguieron gran victoria. Entonces después de siete años de conquista, volvieron a su tierra fértil para la crianza de ganado al otro lado del Río Jordán.

Por vivir fuera de la Tierra Prometida protegida por Dios, fueron las primeras tribus en caer en la idolatría, las que eventualmente fueron destruidas por asirios. (1 Crónicas 5:26).

Dios tiene un plan definido para cada uno de nosotros. El permite que elijamos nuestro propio camino, como lo hizo con las dos tribus y media pero cuando lo hacemos, corremos el peligro de ser atrapados por las cosas mundanas, derrotados por comprometer la Palabra y enredados por las artimañas del diablo. Algunos han decidido que el conflicto es muy grande, la guerra muy larga; y se han conformado con menos de los mejor que Dios tiene para ellos.

“¿No sabéis que los que corren en el estadio, todos a la verdad corren, pero uno solo se lleva el premio? Corred de tal manera que lo obtengáis” (1 Corintios 9:24).

PENSAMIENTO PARA HOY: La Palabra de Dios no podrá siempre satisfacer nuestros deseos carnales, pero podemos estar seguros de que solo El sabe lo que es mejor para Sus hijos.

CRISTO REVELADO: A través de la ofrenda de paz(Josué 22:27). Nuestro Señor se ofreció a si mismo a Dios como nuestro medio de alcanzar paz con el Padre (Romanos 5:1).

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