En estas dos epístolas se mencionan 14 veces el sufrimiento. Los cristianos han sufrido toda clase de torturas desde los primeros días de la Iglesia cuando una gran persecución los obligó a salir de Jerusalén (Hechos 8:1).
La presencia del Señor se vuelve más preciosa para los cristianos en tiempos de sufrimiento, y la segunda venida de nuestro Señor es más y más una "esperanza bienaventurada".
El pensamiento clave es: "Para que sometida a prueba vuestra fe, mucho más preciosa que el oro, el cual aunque perecedero se prueba con fuego, sea hallada en alabanza, gloria y honra cuando sea manifestado Jesucristo" (I Pedro 1:7).
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