El plan de salvación se desarrolla progresivamente de capítulo en capítulo por todo el libro de los Romanos.
Primeramente, el libro probó "... a judíos y a gentiles que todos están bajo pecado. Como está escrito: No hay justo, ni aun uno" (3:9-10). Y continúa diciendo que aunque el hombre haga todo lo posible por ganar su salvación, la Palabra de Dios sostiene que: "Por las obras de la ley ningún ser humano será justificado" (3:20).
La base de este libro es Cristo, "el cual fue entregado por nuestras transgresiones y resucitado para nuestra justificación" (4:25).
Habiendo muerto a la vieja vida de pecado, el creyente es sepultado "... juntamente con él, para muerte por el bautismo a fin de que como Cristo resucitó de los muertos por la gloria del Padre, así también nosotros andemos en vida nueva" (6:4).
En los capítulos siguientes el creyente descubre cómo ser guiado por el Espíritu (8:14), y cómo saber cuál es "la buena voluntad de Dios, agradable y perfecta" (12:1-2).
El libro de Romanos puede resumirse en un versículo : "No me avergüenzo del evangelio, porque es poder de Dios para salvación a todo aquel que cree; al judío primeramente, y también al griego" (1:16).