PUNTOS SOBRESALIENTES: Muerte del primogénito; la Pascua; el Éxodo; la columna de nube y la columna de fuego.
VERSÍCULOS DE HOY: “Pues yo pasaré aquella noche por la tierra de Egipto, y heriré a todo primogénito en la tierra de Egipto… y veré la sangre y pasaré de vosotros…” (Éxodo 12:12-13).
Muchos de los israelitas probablemente dudaron de la manera peculiar de la liberación de Egipto. Pero su única esperanza de escapar del ángel de la muerte era matar un cordero y rociar la sangre sobre el marco de sus puertas.
Algunos pudieron haber protestado, expresando su repugnancia por la sangre sobre y alrededor de sus puertas. Los “más sabios” pudieron haber pagado guardias para proteger sus casas de intrusos. Pero el salvarse del ángel de la muerte no podía comprarse. Ninguna cantidad de oro podía reemplazar la sangre. Tampoco existía una familia lo suficientemente buena que no necesitara la sangre del cordero aplicada como Dios lo había dicho. Dios solo tenía un plan, y Su orden divina tenía que ser obedecida.
Así como la sangre del cordero de la Pascua era la única forma posible para salvar la vida del primogénito, así también la sangre de Cristo es la única forma por la cual el hombre pecador puede recibir vida eterna. Uno puede esperar que mientras sea sincero, otras formas podrán satisfacer a Dios, pero aun así estará eternamente perdido.
“¿Cuánto más la sangre de Cristo, el cual mediante el Espíritu eterno se ofreció a sí mismo sin mancha a Dios, limpiará vuestras conciencias de obras muertas para que sirváis al Dios vivo?” (Hebreos 9:14).
PENSAMIENTO PARA HOY: Nuestra garantía de vida eterna es solo a través de una aceptación personal de Jesucristo como nuestro Señor y Salvador.
CRISTO REVELADO: A través del sacrificio de corderos sin mancha. Ninguno de los huesos del cordero podía ser quebrado (Éxodo 12:5,46). Fuimos redimidos “… con la sangre preciosa de Cristo, como un cordero sin mancha y sin contaminación” (1 Pedro 1:19). Fue predicho por Cristo: “El guarda todos sus huesos; Ni uno de ellos será quebrantado” (Salmos 34:20, compare Juan 19:36).
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