Malaquías pudo haber profetizado 100 años después de que Zorobabel dirigió a los exiliados de regreso a Jerusalén, posiblemente en la época de Esdras y Nehemías. Su mensaje fue a los descendientes de los israelitas que volvieron a Jerusalén del cautiverio en Babilonia. El pueblo había perdido su fervor y dedicación a Dios, los cuales existían cuando el Templo estaba siendo reedificado bajo la predicación de Hageo y Zacarías.
El deseo de Malaquías era de renovar la relación del pueblo de Dios. Su mensaje indica los pecados que los separaron del amor y de las bendiciones de Dios. Este profeta piadoso, primero apeló a Israel a que volviera al Señor que los amaba (capítulo 1); luego apeló a los sacerdotes, indicando sus pecados (capítulo 2). En el capítulo 3, predice acerca de un tiempo futuro cuando "el mensajero del pacto", Cristo, el Mesías (3:1-3), aparecería. Finalmente predijo "el día de Jehová, grande y terrible" (4:5), cuando "todos los que hacen maldad" serán destruidos y todos los que han vivido para complacer al Señor serán recompensados (4:1-2).
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