PUNTOS SOBRESALIENTES: Continua reprensión de Elifaz contra Job; respuesta de Job; Job reprocha a sus amigos; teoría de Bildad sobre la aflicción de Job.
VERSÍCULO DE HOY: "Respondió entonces Job, y dijo: ¡Oh, que pesasen justamente mi queja y mi tormento, y se alzasen igualmente en balanza!... Porque las saetas del Todopoderoso están en mí" (Job 6:1-2,4).
Después de haber contemplado una semana en silencio el sufrimiento de Job, Elifaz, el mayor de sus cuatro amigos, fue el primero en hablar. Sus muchos años de observación lo llevaron a creer que todo sufrimiento es el resultado del pecado. Por consiguiente, le dijo a Job, "Como yo he visto, los que eran iniquidad y siembran injuria, la siegan" (Job 4:8). Elifaz trato de convencer a Job que debería confesar su pecado.
Bildad y Zofar estaban de acuerdo con la opinión de Elifaz. Ignorando la insinuación de ser un hipócrita, Job apeló por un examen más completo de su carácter, diciendo: "Oh, que pesasen justamente mi queja y mi tormento, y se alzasen igualmente en balanza."
Job sintió el dardo amargo de condenación de Elifaz, y peor aun, parecía que había sido derribado "por los dardos del Todopoderoso."
Las experiencias de Job nos ayudan a mantenernos fieles, sin importar las circunstancias adversas. A través de los sufrimientos de Job, aprendemos no solo que Dios está en completo control, sino que también está realizando Su voluntad perfecta en y a través de nosotros. Esto explica la declaración, "Porque a vosotros os es concedido a causo de Cristo, no solo que creáis en él, sino también que padezcáis por él" (Filipenses 1:29).
Entonces no debería sorprendernos, si se nos malinterpreta o si enfrentamos pesares y sufrimientos.
"Amados, no os sorprendáis del fuego de prueba que os ha sobrevenido, como si alguna cosa extraña os aconteciese, sino gozaos por cuanto sois participantes de los padecimientos de Cristo" (1 Pedro 4:12-13).
PENSAMIENTO PARA HOY: Dios nunca olvida a ninguno de Sus hijos.
CRISTO REVELADO: Por medio de la condición lastimosa de Job (Job 7:1-6). Cristo fue conocido como "varón de dolores, experimentado en quebranto" (Isaías 53:3).
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