26/2/10

ISAÍAS 58 - 63

PUNTOS SOBRESALIENTES: Una descripción del verdadero ayuno; pecado, confesión y redención; gloria futura de Jerusalén; el día de venganza; amor de Dios para Israel.

VERSÍCULO DE HOY: "Mas ellos fueron rebeldes, e hicieron enojar su santo Espíritu; por los cual se les volvió enemigo, y él mismo peleó contra ellos" (Isaías 63:10).

Cuando se examina el fracaso de Israel, Isaías recordaba a la nación de que cada vez que se quejaban, se estaban rebelando contra Dios, por lo cual "hicieron enojar su Santo Espíritu".

Los hijos de Israel se quejaron contra Dios y contra Moisés en diez ocasiones específicas y no oyeron su voz (Números 14:22). La incrudulidad tuvo como resultado 38 años perdidos al divagar en el desierto.

Pero aún con todas las provisiones de Dios para los hijos de Israel en el desierto, el reino de Judá no relacionó las provisiones milagrosas de Dios en el pasado con sus necesidades presentes. El gran reino ricamente bendecido por Dios fue tan culpable de incredulidad, como lo fueron los hijos de Israel en el desierto, porque "fueron rebeldes, e hicieron enojar su Santo Espíritu".

La interrupción de planes personales hace que muchos se quejen porque creen que merecen algo mejor. Al quejarnos de nuestras circunstancias hacemos "enojar su Santo Espíritu" y de esta manera perdemos Sus bendiciones.

Con frecuencia no vemos la seriedad del descontento. Estamos realmente cuestionando la sabiduría y la habilidad de nuestro amantísimo Padre Celestial de guiarnos. Le damos a Satanás la victoria cuando nos quejamos de lo que Dios no ha hecho.

"Y no contristéis al Espíritu Santo de Dios ..." (Efesios 4:30).

PENSAMIENTO PARA HOY: Sométase con humildad a los arreglos de Dios, y bajo ninguna circunstancia contriste al Espíritu Santo.


CRISTO REVELADO: Como el Ungido "a predicar buenas nuevas" (Isaías 61:1-2). Jesús predicó este pasaje a los jefes de las sinagogas (Lucas 4:16-22), deteniéndose en medio de la oración, de esta manera mostrando que aunque El había cumplido la primera parte, la segunda parte, el día del juicio, aún no se había cumplido. Cristo cicatriza al quebrantado (Isaías 61:1; Salmo 147:3) y nos libera por Su verdad (Juan 8:32-36).

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