PUNTOS SOBRESALIENTES: Las órdenes de dejar Horeb; el nombramiento de líderes; fracaso de entrar a la Tierra Prometida debido a incredulidad; peregrinaje en el desierto; Israel vence a Sehón.
VERSÍCULO DE HOY: “De este lado del Jordán, en tierra de Moab, resolvió Moisés declarar esta ley…” (Deuteronomio 1:5).
La generación adulta de israelitas que había dejado Egipto, no había reconocido que las dificultades en el desierto no fueron accidentales ni causadas por pobre liderazgo; era el plan de Dios. La jornada en el desierto debería haber hecho que ejercitasen su fe en Su poder, no solo de proveer para sus necesidades, sino también de guiarlos a la Tierra Prometida. Sin embargo se quejaron. Como resultado de su pecado de incredulidad, no pudieron poseer la tierra. Vagaron en el desierto por 38 años más, quizás en la llanura de Moab, cerca de la frontera con la Tierra Prometida.
Después de que la vieja generación murió (excepto Josué y Caleb), Moisés empezó a “declarar” el mensaje original que Dios le había dado a los israelitas 40 años antes en el Monte Sinaí. “Declarar esta ley” significaba más que solo repetir la ley; significaba “compenetrarse en ella;” ir profundamente a la Palabra de Dios y buscar un nuevo significado. Fue dada una nueva revelación del amor de Dios por Su pueblo y repetida cuatro veces (Deuteronomio 4:37; 7:7-8; 10:15; 23:5). Esta nueva garantía del amor de Dios fue para fortalecer la fe de la nueva generación en El, para guiarlos a la Tierra Prometida.
De igual manera para el cristiano, el deseo y esfuerzo de “escudriñar,” de estudiar profundamente la Palabra de Dios, revelará un amor interminable de Dios y fortalecerá la fe de uno para confiar en El en cualquier cosa que venga.
“Bienaventurados los que lavan sus ropas, para tener derecho al árbol de la vida” (Apocalipsis 22:14).
PENSAMIENTO PARA HOY: El Señor y Su Palabra son más preciosos cada día cuando leemos la Biblia con el deseo de obedecer Su verdad.
CRISTO REPRESENTADO: Por Moisés, quien habló a los hijos de Israel de acuerdo a todo lo que el Señor le había ordenado (Deuteronomio 1:3). Jesús muy fielmente les dijo a otros todo lo que Dios le mandó a decir (Juan 8:28).
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