9/2/09

JOSUÉ 7-8

PUNTOS SOBRESALIENTES: El pecado de Acán; los israelitas huyen de Hai; Hai destruido; lectura de la Ley en el Monte Ebal.

VERSÍCULO DE HOY: “Y subieron allá del pueblo como tres mil hombres, los cuales huyeron delante de los de Hai” (Josué 7:4).

Los israelitas habían visto al Señor apartar las aguas del Río Jordán y derribar las poderosas murallas de la ciudad de Jericó. Pero en la batalla de Hai, una ciudad mucho más débil, sufrieron humillación y derrota. Treinta y seis israelitas murieron en la batalla.

Josué no había buscado el consejo del Señor antes de salir a la batalla con Hai; por el contrario, aceptó el consejo de sus espías (Josué 7:2-4) y llevó a cabo su propia decisión. Pero el mismo Jehová era su Capitán, su comandante el Jefe. El solo podía emitir órdenes que resultarían un éxito (5:13-15). Esto es confirmado por el hecho de que, nueve veces en los primeros seis capítulos del libro de Josué, la Biblia registra cómo el Señor dirigió a Josué. (Note Josué 1:1; 3:7; 4:1,8,10,15; 5:2,15;6:2.) Entonces en Josué 7:2-5, Josué y su comité (no el Señor) decidieron unánimemente la acción a tomar, la cual resultó en fracaso.

Fueron dadas instrucciones en cuanto al lugar de donde Josué debía recibir instrucciones de Dios: “El se pondrá delante del sacerdote Eleazar, y le consultará por el juicio…” (Números 27:21).

Es verdad que Josué ignoraba el pecado de Acán, lo cual causó la derrota en Hai. Pero Josué debió haber pedido consejo al Señor “antes” de ir a la batalla en lugar de hacerlo “después” de la muerte de 36 personas (Josué 7:5-11).

El pueblo de Dios está en un gran peligro cuando supone que no necesita orar para pedir la dirección de Dios, especialmente cuando él acaba de contestarle o bendecirlo plenamente.

“Por nada estéis afanosos, sino sean conocidas vuestras peticiones delante de Dios en toda oración y ruego, con acción de gracias” (Filipenses 4:6).


PENSAMIENTO PARA HOY: Aun los siervos de Dios más honrados fracasan cuando descuidan la oración.

CRISTO REVELADO: Por medio de las piedras enteras del altar (Josué 8:31). Daniel vio a Cristo como una piedra que no fue cortada por manos humanas (Daniel 2:34).

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