Los cinco libros de Moisés (Génesis- Deuteronomio) registran aproximadamente 500 años de la historia de Israel, desde la era de Abraham hasta el final de los cuarenta años de peregrinaje en el desierto.
El libro de Josué es la continuación del libro de Deuteronomio. Empieza con la comisión de Josué por Dios después de la muerte de Moisés y cubre los primeros 25 a 50 años de la historia de Israel en Canaán.
La tierra prometida era un lugar de conquista y conflicto. Se llevaron a cabo muy pocas batallas durante los años de peregrinaje, pero no bien entraron a Canaán, los israelitas, por fe, tenían que pelear por la posesión de la tierra. La victoria estaba asegurada porque “Jehová el Dios de Israel” peleaba por ellos (Josué 10:42).
Después de conquistar la tierra, los israelitas empezaron la ocupación de Canaán. A cada tribu le fue asignado su territorio. El ingreso y establecimiento de Israel en la tierra son evidencia de la fidelidad de Dios de mantener Su promesa del pacto con Abraham, así como con Josué (1:1-6; 21:43-45).
La tierra de Canaán simboliza la victoria espiritual que puede ser disfrutada por cada creyente aquí en la tierra, un descanso del temor y el fracaso.
Así como a Josué le fue dada la responsabilidad de llevar las tribus hacia la victoria, Cristo, el Capitán de nuestra salvación, da la victoria a aquellos que actúan sobre las promesas de Dios. Por medio de la fe, alcanzamos la victoria contra “gigantes” en nuestras vidas: celos, codicia, odio, lascivia y otras obras de la carne (1 Juan 5:4). El libro de Josué termina con la conclusión del ministerio de Josué.
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