Jeremías vivió en Jerusalén y vio sus profecías cumplidas. Jerusalén estuvo primero sujeta a los horrores del hambre ( 2: 19; 4:10); después los ejércitos babilónicos saquearon la Ciudad Santa, destruyendo el Templo. Afuera de Jerusalén, Jeremías lloró.
El libro de Lamentaciones es un mensaje del profundo dolor por la destrucción del reinado que tan arduamente trató de salvar.
Jeremías sabía las consecuencias inevitables de la desobediencia del pueblo, "Jehová la afligió por la multitud de sus rebeliones" (1:5). La ciudad de Dios se había convertido tan impía como Sodoma ( 4:6; compare Lucas 12:47-48).
Sabiendo que Dios es misericordioso, Jeremías apeló a El en oración. Sin embargo no pudo evitar que el pueblo de Judá se alejara de Dios ni pudo dirigirlos nuevamente a adorarlo. Aunque el libro de Lamentaciones muestra que el Dios de amor y justicia también debe ser el Dios de juicio sobre el pecado, existe una nota de confianza en Dios y esperanza para el futuro.
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